Sé que has oído muchas veces hablar sobre la lactancia materna y sus maravillosos beneficios, pero quizás en esos días de agotamiento, dolor y sacrificio, te provoca salir corriendo a la farmacia a comprar una lata de fórmula para empezar a descansar.
Te cuento que hace poco me enteré que la leche materna además de que es perfecta en su composición, también actúa como una vacuna que se adapta a la necesidad que el bebé pueda tener en un momento determinado. Si por ejemplo a tu bebé lo está atacando un virus; la leche materna cambia su composición reforzando los anticuerpos necesarios para desalojar al indeseado visitante. Esta maravilla sólo la puede hacer tu cuerpo a través de la leche materna ya que las hipófisis de mamá y bebé, se conectan durante la lactancia y ambas se informan sobre qué necesita el bebé y qué debe producir mamá. ¡Son como dos Bluetooth comunicándose! La leche de fórmula, siempre es igual independientemente de los virus que puedan estar afectando a tu bebé.
Otro dato que supe y que me ayudó a dar pecho por más tiempo, fue el del sacaleche. Resulta que los primeros días, podía pasar media hora pegada del ordeñador para lograr apenas una onza. Tomé Primperán, papelón con limón, galones de agua y la diferencia no era mucha. En Leche y Miel aprendí que el cerebro "no reconoce" al sacaleche porque le falta ese Bluetooth (hipófisis) que tiene el bebé, y decide no darle leche. Hay que entrenar al cuerpo y al cerebro hasta que éste por fin asuma al sacaleche y decida darle en igual proporción que al bebé. Para lograr esto, debes sacarte leche todos los días en el mismo horario. Recuerda que es un entrenamiento y que no sirve hacerlo esporádicamente.
Aunque es definitivo que algunas mamás son más lecheras que otras, esta estrategia seguro te va a funcionar. Ya tienes una razón más para aguantar estos meses tan exigentes.
Así que aquí tienes una razón más para aguantar estos meses tan exigentes.
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