Recientemente falleció mi mamá quien compartía conmigo muy de cerca la
crianza de mis dos hijos, por lo que me ha tocado profundizar en cómo mis hijos
viven esta pérdida tan significativa y ponerme en su piel para comprender sus
procesos. Aunque en muchas ocasiones los adultos nos negamos a explicar a los
niños esta realidad, es importante darles la contención, escucha y apoyo que
necesitan.
Los preescolares en principio perciben la muerte como temporal y
reversible como en los dibujos animados, y paulatinamente irán comprendiendo
que la muerte es permanente,
que cada persona y cada ser vivo finalmente muere. Por los retos que implica su
desarrollo emocional, intelectual y social, en esta etapa tienden a percibir
que ellos son culpables por haber tenido sentimientos negativos hacia la
persona que falleció y creer que eso fue la causa de su muerte.
Los niños en edad escolar tienen una noción
más realista de la muerte. Aunque la representen como un ángel, un esqueleto o
un fantasma, comprenden la muerte como permanente, universal e inevitable.
Sienten curiosidad del proceso físico y qué nos pasa después de morir. Sienten
temor a su propia muerte, la de personas significativas y temor a lo
desconocido.
Los adolescentes tienen una idea de la muerte a partir de las experiencias que han vivido con personas cercanas o las experiencias y creencias que les han transmitido familiares y amigos. La muerte rompe su necesidad de invulnerabilidad producto de estar conformándose su identidad e individualidad de encontrar su propia identidad.
Alicia Núñez
Psicóloga Clínica, Psicoterapeuta
@spacioemocional
alicia.psique@gmail.com
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