Ser padres en el siglo XXI tiene la
particularidad del gran acceso a información sobre crianza, hitos del
desarrollo y posibles alteraciones en el mismo; que adquirimos no solo en los
tradicionales libros, revistas y medios como la radio, la prensa y la TV, sino
también a través de todo un mundo 2.0 de redes virtuales de apoyo a padres,
blogs, sites, revistas digitales, tweets, etc. que acompañan en la crianza e
incluso la preceden.
Desde que sospechamos que se llevó a
cabo la concepción quizás muchos empezamos a informarnos acerca de lo que pasa con
el bebé dentro del útero, cómo se va desarrollando semana a semana y qué
podemos esperar antes de su llegada.
Todo este bagaje de información se
suma a los comentarios de los profesionales y no profesionales que de manera
puntual o sistemática nos acompañan en el camino de la paternidad; obstetras,
pediatras, psicólogos, maestras, psicopedagogas, familiares, amigos y cualquier
otro opinador de oficio que con nobles o no tan nobles intenciones nos aportan
más contenido y más peso al programa a partir del cual, analizamos a nuestros
hijos. Si bien tenemos una gran ventaja en relación a generaciones anteriores,
al tener tantos y tan variados referentes que nos permiten evaluar si todo
marcha sobre ruedas, un asunto que quizás amaña la vivencia de la crianza, es que
al hacer un uso literal e inadecuado de tantos criterios de comparación, tantas
tablas de referencia, promedios estadísticos, tiempos esperados, opiniones de
especialistas, tips, prescripciones y recomendaciones, corremos el riesgo de
convertirnos en ansiosos evaluadores de nuestros hijos y de nosotros mismos,
dejando de disfrutar de “lo que hay y lo que está”, por
tener la mirada puesta en lo que supuesta o teóricamente debería pasar. No
abogo por el descuido bien por desconocimiento o por negligencia de alguna
dificultad o alteración en el desarrollo de nuestros hijos, ¡Qué maravilla que
contemos con información y especialistas de los que podamos echar mano ante estas
situaciones! Lo que sí manifiesto es que no todos los niños son iguales, ni
todas las situaciones disciplinarias o de crianza.
Los promedios son sólo eso, promedios y no se corresponden
con ningún niño real, las recomendaciones no son prescripciones inamovibles, son sugerencias que deben ser ajustadas dentro de cada grupo familiar y para cada niño particular.
con ningún niño real, las recomendaciones no son prescripciones inamovibles, son sugerencias que deben ser ajustadas dentro de cada grupo familiar y para cada niño particular.
Al no perder esto de vista quizás
podamos disfrutar más los 4 únicos dientes de nuestro hijito de 15 meses
mientras vemos la poblada sonrisa llena de dientecitos del vecinito más
chiquito. Quizás así no corramos al pediatra o al psicólogo porque nuestro hijo
de 4 no ha dejado los pañales de día mientras que sus primitos ya lo hicieron.
Quizás así no nos preocuparíamos tanto porque nuestra niña de 5 no está tan
interesada en aprender a leer como sus compañeritas. Quizás así dejáramos de presionar
a nuestro adolescente que no le gustan las fiestas sino diversiones más
tranquilas para que vaya a todas las fiestas que lo invitan. Quizás así
disfrutaríamos más a nuestros hijos y nos aproximaríamos a ellos con más
aceptación y serenidad, tan necesarias ambas para su sano desarrollo emocional así como para nuestro bienestar como papás.
Geraldine
Morillo
Psicóloga
clínica. Terapeuta de niños adultos, adolescentes y familias.
Co-creadora de
Microfamiliando.
@microfamiliando
@gerimorillo
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