martes, 1 de noviembre de 2011

Todos a Jugar

Cuando mi hijo mayor, Santiago, tenía unos cuatro años, nos invitaron a una piñata. El cumpleaños era del hijo de algún conocido que no veíamos con frecuencia pero que quiso fomentar la amistad, invitándonos a su evento.

Como era de esperarse, yo no conocía a las demás mamás invitadas por lo que aproveché la oportunidad para jugar con mi hijo y ayudarlo a montarse en las diferentes atracciones que había en la fiesta. Me llamó mucho la atención que uno de los encargados de los carritos plásticos me comentó asombrado, que yo era la única mamá que había visto jugando con su hijo en alguna piñata, y “mire que han sido muchas, señora”. Sinceramente yo no era de las que acostumbraba a jugar con mi hijo en las fiestas. Más bien, me parecía el plan ideal para sentarme a conversar con amigas que no veía a menudo y así, ponernos al día con las vidas de cada una. Sin embargo, el comentario del muchacho me hizo reflexionar y así empecé a poner especial empeño en jugar con mi hijo cada vez que salíamos.

El juego en la casa era diferente. Era el territorio conocido de Santiago y de alguna manera, él ponía las reglas. Él escogía los juguetes o las actividades que haríamos cada tarde y decidía, cómo íbamos a interactuar en ese rato especial que compartíamos juntos.

Con el paso del tiempo y la llegada de mi segunda hija y luego la tercera, debo admitir que he ido perdiendo esta práctica. Mis hijas se entretienen jugando entre ellas y a veces yo las acompaño más como observadora que como participante. Ya Santiago tiene una edad (9 años), en que prefiere jugar fútbol con sus pares o con su papá que comparte ese interés con él.

Recientemente conversé con una amiga psicóloga que me planteó hacer un encuentro para padres sobre la importancia del juego. Indagando sobre el tema, he redescubierto nociones importantísimas al respecto, que vale la pena nombrar sobre el beneficio del juego en los niños:

1.- Jugar es el primer acto creativo del ser humano.

2.- A través del juego, los bebés aprenden a relacionarse con el mundo que los rodea y establecen vínculos de comunicación distintos a los relacionados con sus necesidades básicas.

3.- Los niños en edad preescolar y escolar, utilizan el juego como vía de expresión de su cotidianidad. A través del juego y de situaciones simuladas, el niño nos cuenta todo lo que le pasa, piensa y siente.

4.- A medida que los niños crecen, el juego se va refinando. Pueden seguir normas o patrones y esperar resultados cada vez más complejos.

5.- El juego fomenta la imaginación y la creatividad.

6.- Durante el juego se gestan futuras habilidades sociales.

7.- Los adultos que juegan con sus hijos, fomentan lazos afectivos, conocen mejor el mundo individual del niño e incentivan la principal ocupación del niño.

Si revisamos la cotidianidad de adultos relacionados con la creatividad como artistas plásticos, escritores, escultores y dibujantes por nombrar algunos, notaremos que son personas que valoran mucho la presencia del juego en su vida. Son adultos conectados con su niño interior que constantemente se auto complace expresándose lúdicamente.

Los invito a reflexionar sobre el tiempo que dedicamos a jugar con nuestros hijos. Esta misma tarde podríamos empezar por hacer algunas adivinanzas, montar bicicleta juntos o jugar al restaurante con la cocinita. Hacer del juego con nuestros hijos, una práctica frecuente, es fundamental en su desarrollo. Además, ustedes y ellos lo disfrutarán enormemente.

Publicado en Código Venezuela el 28 de octubre de 2011

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