sábado, 15 de junio de 2013

Reflexiones sobre mi paternidad.



"La paternidad me enseñó a amar con madurez. "

Según Eric Fromm, existen dos tipos de amor: el inmaduro y el maduro. El primero es el basado en la necesidad, el segundo en la entrega incondicional. A través de mis hijos aprendí a amar profundamente a seres distintos a mi: a mis hijos, a mi esposa, y a ese sagrado vinculo que nos une como familia.

Soy un mejor hombre, un mejor ciudadano gracias a la conciencia que el haber sido padre produce en mí. La paternidad genera un vinculo para toda la vida, es un bálsamo en momentos de dificultad, es mi oportunidad de trascender, de contribuir con un mundo mejor. Es la alegría más grande, es la experiencia más cercana a Dios. ¡Además es divertido! 

Los hijos dan mucho más de lo que exigen, ¡imaginen lo mucho que dan! 
Ellos me recuerdan la belleza oculta en la simpleza de la vida y que las cosas que verdaderamente nos hacen felices, no cuestan nada. Han sido mis sanadores y maestros así como una de las exclusivas razones que le dan sentido a la vida, a cuidarme, formarme, tomar riesgos. Son la motivación, responsabilidad y presencia que me acompañará siempre..

#ModoPapá

Foto tomada por Isadora Gaviria
@isagaviria

miércoles, 5 de junio de 2013

¿Viajar con tu familia por el mundo prestando tu casa? ¡Es posible!




Hola ,

Me presento, me llamo Ana y vivo en Barcelona con mi pareja y mis dos niños. Te escribo porque hace unos meses en nuestra familia decidimos sacudirnos el miedo y emprender un proyecto que es a la vez profesional y familiar. La decisión no fue difícil porque el proyecto está centrado en lo que más nos gusta hacer, viajar.

Para nosotros hubo un momento que lo marcó todo, fue en 2005 cuando descubrimos que había familias que intercambiaban sus casas para irse de vacaciones ¡qué buena idea! Ese mismo año pedimos excedencia y nos marchamos 3 meses a no hacer nada (y hacerlo todo) en Nueva York.
Y entonces vinieron los niños y nuevos miedos ¿te suena? Que si aún es muy pequeño para viajar, que a lo mejor se pone malo... Y por entonces un encuentro casual con una vecina que además era médico nos decidió. Nos dijo algo así como... ¿este verano no os marcháis? ¡pues yo cuando estaba de baja por maternidad aproveché para ir a todas partes! Total, si le das el pecho es poco probable que se ponga malito!

Esa simple frase nos hizo ¡clic! ¿Por qué no? Y poco tiempo después estábamos pasando unas semanas en Copenhague intercambiando casa de nuevo y entonces descubrimos lo fantástico que es intercambiar casa cuando viajas en familia: con toda una casa a tu disposición que te permite mantener los rituales familiares, juguetes nuevos (si hay niños en la otra casa), una forma de visitar sin prisas y respetando más el ritmo de los niños.



El intercambio de casas nos permite realizar estancias largas, de tres o cuatro semanas, así que si un dia no apetece hacer nada o los niños están cansados pues no hacemos nada. Y ya llevamos 18 intercambios... cuando acabamos uno ya estamos pensando en el siguiente.
Como hacía tiempo que queríamos dar un giro a nuestras vidas decidimos lanzar una web para poner en contacto a familias de todo el mundo que quieren intercambiar, se llama Happy Hamlet (http://happyhamlet.com) porque Hamlet en inglés significa aldea y ese espíritu acogedor de una pequeña comunidad es el que queremos para nuestra web, un grupo de familias que comparten su deseo de viajar y sentirse en casa allá donde van.


Saludos y gracias!

Ana Módenes

domingo, 2 de junio de 2013

"Mi Propia Voz" por Carlota Zambrano


Pasa con la maternidad que al principio uno tiene voces prestadas. A veces son prestadas de otros momentos de nuestra vida, puede ser la voz de nuestras expectativas, o la de nuestras ilusiones muchas veces demasiado ingenuas… Otras veces son voces de otros que escuchamos y tomamos prestadas sin siquiera pedirlo pero que íntimamente reconocemos a la perfección: nuestra mamá, nuestra suegra, nuestra abuela o alguna amiga cercana… Buscamos referentes de éxito, nos identificamos y tomamos sus voces como nuestras. Son aquellas que escuchamos con mayor atención y seguimos sus consejos, sus ejemplos, sus enseñanzas…
Pasa con la maternidad que como experiencia es infinitamente reveladora y nos enseña muchísimo a velocidades estrepitosas… En la maternidad nos encontramos con nuestros miedos más profundos y descubrimos las más grandes alegrías al tiempo que maniobramos como podemos para mantenernos en equilibrio entre tantos cambios y avalanchas.
Pasa con la maternidad que un día nos damos cuenta que tenemos voz propia. Al principio parece muda y con ella comenzamos a pensar y analizar cosas de una manera antes desconocida, pero aún no nos atrevemos a decirlas en voz alta, no nos sentimos con suficiente autoridad o aun nos da miedo lo que piensen los demás de nosotras. Pero a nuestra voz es difícil mantenerla callada porque si lo hacemos ella encuentra válvulas de escape para igualmente hacerse sentir a través de nuestros actos y no pasa desapercibida para quienes nos ven ahora con una autoridad y confianza adquirida y manifiesta.
Pasa con la maternidad que un día encontramos una voz propia, y es una que nos caracteriza y nos diferencia.
Nuestra propia voz nos pertenece tanto como nos pertenece la maternidad, es un derecho adquirido en cada una de las noches en vela que pasamos y en cada llanto de nuestros hijos que consolamos. Se forma de cada abrazo y caricia que les damos y se fortalece con cada preocupación que superamos haciendo lo que creemos es lo correcto y lo mejor para ellos. Es una voz que surge de un amor infinito pero lleno de miedos y de allí toma fuerza para a veces gritar y salir robustecida cuando los temores pasan. Es una voz que aprende rápidamente a hablar bajito y a cantar canciones de cuna. En nuestra propia voz encontramos a veces sabiduría desconocida que incluso nos impresiona a nosotras mismas cuando sabemos qué hacer sin tener que pensarlo 100 veces. Es una voz que nos hace reír de amor y ternura y de una felicidad insospechada que proviene de nuestros hijos. 
Lo mejor que podemos hacer es conocerla y darle un lugar en nuestra vida de madres porque nuestra propia voz puede ser la mejor guía que tengamos, esa con la que siempre soñamos pero que no encontrábamos fuera de nosotras. 
Pasa con la maternidad que a veces aprendemos sin darnos cuenta y es así como un día descubrimos que no hace falta autoridad para poder hablar en voz alta y que nuestra voz se ganó ese derecho desde que se formó junto a nuestro bebé por 9 meses dentro de nosotras y así también nació ella en el momento que nos convertimos en mamás!
Carlota Zambrano
@criando_ando